sábado, 28 de enero de 2012

Iglesia abofeteada por sus hijos

La Iglesia está siendo agitada desde dentro, por eso hay que rezar mucho. Mucho. Y, en la medida d nuestas posibilidades, no hacer nosotros lo mismo. Esto es lo que está pasando: C
ontexto. El “Governatorato” es la administración del Estado-Ciudad del Vaticano, con sus gastos, sus servicios y sus ingresos. Cuenta con un presidente, que es un cardenal, y con un secretario general (una especie de administrador-delegado), que es un obispo. Hasta el pasado octubre, el secretario era mons. Carlo Maria Viganò, a quien el Papa nombró nuncio de la Santa Sede en Washington. En aquellos días se comentó que ese nombramiento (de indudable relevancia) había sido una victoria de los “enemigos” que Viganò se había ganado durante su año y medio en el cargo. En ese periodo, según se ha publicado, el “Governatorato” pasó de un déficit de 7,8 millones de euros a un superávit de 34,4 (es un superávit que sirve para financiar la actividad de la Santa Sede, que no cuenta con ingresos). El trabajo de Viganò consistió en buena parte, según se ha publicado, en poner en práctica los consejos que la consultora "McKinsey" había recomendado en un informe. Algunos medios han publicado ahora algunas cartas privadas que mons. Viganò escribió al Papa y al Secretario de Estado en los meses pasados solicitando, en definitiva, que no le cambiaran de lugar para poder seguir su tarea de “limpieza” contra corrupción e intereses privados. Además, acusa a sus presuntos enemigos con nombre y apellidos, refiriendo presuntas irregularidades. La autenticidad de esa correspondencia no se ha puesto en discusión. Aunque el programa de televisión en el que se discutió el caso (en La 7, la antigua Telemontecarlo) tuvo muy poca audiencia, la noticia sobre “corrupción en el Vaticano” fue rebotada por todos los medios. Lo que desde el Vaticano se ha criticado ha sido, sobretodo, la difusión de esa correspondencia reservada, al tiempo que se ha negado que el nuevo encargo de Viganò haya sido fruto de presiones. Quien ocupa ahora su antiguo puesto está siguiendo los mismos criterios de rigor, subrayó el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi. Desde luego, el caso tiene todos los ingredientes para alimentar el imaginario sobre las “luchas de poder bajo la cúpula de san Pedro”. La realidad, posiblemente, sea más modesta y esté más relacionada con las pasiones humanas de no poca gente llena de buena voluntad. En todo caso, se trata de un triste espectáculo que manifiesta que, en buena parte, los verdaderos problemas de la Iglesia están dentro. Esto ya lo ha dicho Benedicto XVI en más de una ocasión y me parece un diagnóstico muy certero

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