jueves, 30 de mayo de 2013

Un solo mandato

No podemos odiar, tener manía, enemistarnos o "estar enfadados" con nadie. Con nadie! Otra cosa es echar una bronca o, pero no podemos dejar que estos ánimos aniden en nuestro corazón. Cuánto cristiano mediocre hay donde se excusa estas actitudes. Querer a todos, aunque tengamos que corregir, no guardaremos rencor. Y esto ¡qué difícil es!

7 comentarios:

  1. Me imagino que este post viene a colación del anterior,un consejo "sentarse y dialogar,con humildad,mucha humildad" y problema resuelto.

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  2. Cuando uno guarda rencor se autoenvenena. Se convierte en un ser amargado, gris, sombrío. Cuando, por el contrario, perdona de corazón se libera y funde con Dios en un poderoso abrazo. Esa es nuestra señal de identidad; amar a nuestros enemigos y compartir nuestro pan con el necesitado. Decía la Madre Teresa de Calcuta; "Bienaventurados los que dan sin recordar y reciben sin olvidar". Estoy de acuerdo con sentarse, dialogar y resolver cualquier problema o mal entendido, pero para eso se necesita voluntad por las dos partes. Para perdonar no, basta con que tú perdones aunque el otro no lo haga ni lo quiera, y tú corazón ya lo experimenta en una inmensa alegría

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  3. En eso consiste el aprendizaje... :)
    Dificil...muy dificil...

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  4. En eso consiste el aprendizaje... :)
    Dificil...muy dificil...

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Por mi experiencia, el mejor método para perdonar a los demás es recordar las ofensas, pecados, etc que tú has hecho contra Dios y recordad cómo él te ha perdonado, acogido, cómo te ha tratado a pesar de tu ingratitud. Entonces, sabiendo y experimentado dentro de ti el perdón de Dios el perdonar a los demás, casi, (digo casi porque el diablo siempre se trata de colar) te sale solo. A quien mucho se le perdona mucho ama.

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  7. Pero Jesús también se enfadó y arremetió contra los que estaban profanando la casa de su Padre. Y no creo que lo hiciera con suavidad, tal como relata el Evangelio. Por eso, a veces, yo creo que los cristianos también tenemos derecho a esa rabia, y más cuando la ofensa va en contra de nuestros padres.

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