lunes, 9 de agosto de 2010

Sacerdocio como servicio

Mucha gente...¡católica! piensa en el sacerdocio como plataforma de poder (sic!) -No sé cómo puede ser eso pues aquí nadie hace caso a nadie...- De todos modos es una idea que se ha infiltrado en muchas cabezas buenas.
Precisamente, creo (no lo he contrastado mucho), me da la impresión, de que muchas personas -ciertamente no todas- que ven el sacerdocio un instrumento de poder, ven que las mujeres tienen "derecho" al sacerdocio...
Insisto en que no he contrastado mucho esta intuición, y que no será matemática, y se puede dar de modo separado; unos que crean una cosa y otra no y viceversa... pero creo que coincidirá abundantemente.
El sacerdocio es desposeerse de sí y poner la vida al servicio de Dios, por medio de la Iglesia... como quiera ser servida, donde y cuanto tiempo necesite ser servida... Y esto no resulta nada fácil, de ahí las oraciones por los sacerdotes.

2 comentarios:

  1. Así creo que es. Piensan en poder. Unos porque creen no tenerlo y otros porque lo que tienen les sabe a poco....
    Y lo de rezar que quieres que te diga no parece util...no parece que por rezar la cosa vaya a cambiar... ¿o es que han cambiado las cosas?

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  2. La oración es un arma poderosísima para alcanzar el corazón de Dios. No tengo aquí tiempo ni espacio para comentarte las miles de anécdotas vividas en los monasterios contemplativos y en lo que la oración ha sido más eficaz que millones de gestiones de doctos profesores. El mismo Jesucristo lo dice en múltiples ocasiones; pedid y se os dará, todo lo que pidais al Padre en mi nombre..., velad y orar para no caer en tentación, María ha elegido la mejor parte y no se le quitará..etc. Santa María es el mejor ejemplo de mujer inmersa en la oración constante. No menospreciemos la oración porque es la base de todo. Karl Raner dijo, el hombre del siglo XXI o es un místico o no será nada.
    Finalmente el sacerdocio no es un derecho del hombre (no es un derecho humano), sino una llamada y una elección que hace Dios mismo.
    Si los sacerdotes fueran conscientes de la profundidad de su ministerio se volverían locos de emoción. Pensar que a la llamada del sacerdote -por muy miserable que humanamente sea- Dios mismo baja al pan que tiene en sus manos, es un misterio que nos debería hacer pensar sobre el papel del sacerdote en la Iglesia y en el mundo.

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