jueves, 10 de mayo de 2012

lágrimas

Pues son de esas cosas que dejan muy pagada al sacerdote, las lagrimas en una confesión. Dijo que se había confesado hace poco... al poco añadió: "bueno, en esas de todos juntos"... Le dije: esas no valen. ¿Quieres hacerla bien? Me dijo que hace mucho que no lo hacía... y que casi no sabía. Yo le quité el apuro, diciéndole que me dejase a mí, que de eso sé. Aquella persona se confesó bien, después de años haciéndolo mal... Y durante la confesión, comenzó a llorar... Suavemente, con paz. Le cayeron dos lagrimones enormes... pero eran de alegría... de paz. Fruto de una buena confesión. Al final me dijo: "Muchas gracias, ha sido muy emocionante" ¿Por qué les roban esto a los fieles? Por eso Juan Pablo II, le llamaba: sacramento de la alegría. Los que se confor man con sucedáneos, no saborearan esa alegría... ¡ay de los sacerdotes que les sustraen a los fieles ese derecho!

8 comentarios:

  1. Lo que no alcanzo a comprender es que si las confesiones generales no valen ¿por qué el Obispo no las prohibe expresamente bajo pena de suspensión, por ej?, ¿Se imagina alguien que en las iglesias den la Comunión sin consagrar? No ¿verdad?, entonces si la confesión que es un sacramento se hace mal y por tanto no vale, es decir, no absuelve de los pecados, por qué no se toman medidas. ¿Estamos consistiendo que la gente comulgue y muera en pecado por participar en confesiones generales?. Yo creo que sí valen aunque puedan ser "irregulares" por no ajustarse a la norma. De todas formas en el Evangelio Cristo nos dice que el Padre se lanzó al hijo pródigo a su cuello y no le dejó hablar, porque ya le había perdonado al verlo de lejos y conmoverse y eso que no estaba realmente arrepentido y sólo quería pan. Lo mismo ocurre con enfermos a los que ni tan siquiero pedírselo Cristo les dice "tus pecados te son perdonados". La confesión individual está perfecta como aumento de gracia y dirección especial pero yo creo que debería convivir con una confesión general para aquellos que se sienten incapaces de verbalizar sus pecados por traumas, miedo, escrúpulos, etc pero tienen verdadero dolor de los pecados y firme propósito de la enmienda que es lo fundamental. Decir los pecados al confesor surgió como una forma de ayudar a los sacerdotes en su discernimiento de los pecados. La pena es que por miedo, psicológico severo, a la confesión individual muchas almas viven torturadas y ajenas a la Comunión. La Confesión general me parece un acto sublime de amor y compasión, eso sí, si se insiste en el dolor de los pecados y el propósito de la enmienda.

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  2. Muy buenas. bloggero. Te respondería así:

    1º Pregúntale al Sr Obispo qué dice la Iglesia sobre esas confesiones. Ya verás lo que te dice. porque dicho, ya está dicho si están bien o mal, o cuándo se pueden realizar de verdad.

    2º Tu hablas de la gente, pero no dices nada de los sacerdotes. Esos son los que saben cómo van las cosas.

    3º Esa interpretación del la parábola del hijo pródigo es medio verdad... o medio mentira, depende. La idea de fondo es verdad: Dios quiere perdonar, claro que sí!!! Pero el error es: la ausencia del sacramento. Jesucristo instituyó un sacramento: la confesión. Y ha de usarse. De lo contrario estaríamos fuera de la gran Tradición Católica, y nos situaríamos en la protestante.

    4º, y último. Esa posibilidad real de que el penitente tenga miedos, no se resuelve aguando o ninguneando el sacramento (ni ese ni ningún otro), sino con una progresiva catequesis y tacto pastoral, y siempre con una progresiva profundización.

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  3. Con toda humildad permítame dar mi opinión a algunos puntos. YO creo que más que el sacramento de la confesión Cristo instituyó el de la Reconciliación, que no es exactamente lo mismo. A sus apóstoles les da el poder de perdonar y atar pecados pero no les dice la FORMA de hacerlo. Pero sí no da una pista de cómo a través de la parábola del hijo pródigo y sus múltiples intervenciones en los evangelios en los que da el perdón sin escudriñar, sin agobiar, sin violentar. Por eso es un sacramento de la alegría, la del padre que perdona y la del hijo que vuelve, la del pastor que recupera su oveja sin someterla al tercer grado. La carga sobre sus hombros porque la sabe débil y el anda por ella. ¿Hay mejor y más completa forma para dirigirse al padre y pedir perdón que la que nos ofrece el mismo Cristo?, "Señor he pecado contra el cielo y contra ti, ya no merezco ser llamado hijo tuyo, tratáme como a uno de tus siervos? Y el padre le abraza y perdona sin preguntas, sin interrogarle por cuántas veces, cómo o con quién pecó. El dolor de los pecados y el propósito de la enmienda es lo fundamental. A veces tendemos a perder la perspectiva y hacer que las formas ahoguen los contenidos como hacían los fariseos con la letra de la ley. Pero Cristo enseña que no está hecho el hombre para la ley sino la ley para el hombre. "Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente", "!Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos!. Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar" Mat 23-13. No quiero decir que la Iglesia Oficial sea hipócrita en absoluto, sino que a veces lo mejor es enemigo de lo bueno y por rigidez formalista solo hemos conseguido vaciar las iglesias y los confesionarios. En realidad ¿es tan necesario describir nuestras miserias como si estuviésemos ante un Dios que va cotejando en su libreta de pecados los que omitimos, olvidamos o los que por terror psicológico no son capaces de verbalizarlos?, cuando el propio salmista nos dice Señor tú me sondeas y me conoces "antes de que mi palabra suba a mi lengua tú Señor te la sabes toda". Creo que se puede pescar a anzuelo o echando las redes y que la sangre redentora de Dios es más poderosa que todas nuestras formalidades y rituales. Cuando éstos no sirven para acercar a Dios igual hay que revisar su forma NO SU ESENCIA. Los sacramentos han de servir para acercar a Dios al hombre de hoy tal y como éste es. Estamos en la era del Espíritu Santo y debemos dejarle que vuele con libertad. No obstante, para que quede claro, ésta no es una crítica destructiva sino desde el amor inmenso que tengo a la Iglesia y a la que obedezco aunque muchas veces no lo entienda porque, evidentemente, ACATO con humildad y respeto lo que ésta manda, aunque me gustaría que quienes sí tienen autoridad reconsiderasen estas cosas. Por último si los Obispos consienten, el problema será de ellos por negligencia culpable en el ejercicio de su autoridad, no de los fieles que se aprovechan de las confesiones generales.

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  4. Pues yo creo que es necesario un acercamiento mayor por medio del confesor. Yo, penitente, necesito oir la voz de Dios por medio del confesor que puede discernir mis fallos, mis caídas, mejor que mi subconsciente y puede tirar de mi hacia arriba..., y saberme así perdonado porque, en el momento de la absolución Él está AHÍ, entre el confesor y yo, y siento esos brazos fuertes y amorosos del Padre, como en el Hijo Pródigo, que me dice: Vete en paz y, en adelante, no peques mas.

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  5. Evidentemente la confesión individual es perfecta para la dirección espiritual y el crecimiento personal en la fe, pero eso no quita para que pueda convivir con una confesión general que permita que las aguas de la gracia se derramen a caudales ya que la misericordia de Dios es tan grande que no cabe en un confesionario. Insisto en que ha de darse de forma indiscutible verdadero dolor de los pecados y propósito firme de enmienda, de cambiar de vida, de levantarse y seguir a Cristo sin mirar atrás. Para muchas personas por sus circunstancias personales, su psicología, sus escrúpulos, etc la confesión individual es una verdadera tortura a la que, incluso, algunos pobres sacerdotes por su torpeza la hacen más difícil. Para estos pecadores de nivel y de años alejados de los sacramentos que sea el confesionario la única y exclusiva puerta para obtener el abrazo amoroso y misericordioso de Dios tras un exhaustivo urgar en su pasado me parece que es ajustarse a la letra de la ley y olvidar su espíritu. En el evangelio Cristo cuando perdona no urga, no intimida, no violenta ni angustia al pecador. Ejemplos todos, no ya lo del hijo pródigo, sino al mismo Pedro no le pregunta si le ha traicionado o no, ni cúantas veces, ni por qué, tan sólo le pregunta tres veces "Pedro me amas". Ya era suficiente. El perdón no es el premio al sufrimiento de padecer una agonía en el confesionario o de ser muy valientes y atrevernos a verbalizar nuestras miserias en voz alta, es UN REGALO que nunca merecemos y que por nuestros medios nunca alcanzaríamos. "si ofrezco un holocausto, no lo aceptas. Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito, un corazón contrito y humillado, oh Dios no lo desprecias". No niego las virtudes de la forma tradicional de confesión pero insisto en que esa forma es aveces un traje demasiado estrecho y agobiante como para hacer depender de él la salvación de un alma y por tanto la muerte y resurrección de Cristo por ese alma en particular. Cristo se saltó el sábado, la purificación de alimentos y lavados, entró en casa de pecadores (no les pidió que se confesaran antes de entrar)y habó con mujeres y pecadoras para escándolo de la Ley porque su objetivo era salvar a la oveja perdida apesar del sábado y de la ley.

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  6. Continuación: Ejemplos de lo que digo de cómo perdonaba Jesús incluso sin que se lo pidieran (Lucas 5,17-curación del paralítico), Lucas 7,47 (la mujer pecadora), El caso de zaqueo, el buen ladrón etc, etc..)

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  7. Para que quede claro, yo obedezco a la Santa Madre Iglesia y por tanto me confieso individualmente aunque pasándolo fatal y sufriendo auténticas agonías, por eso mi defensa de la confesión general es una solicitud o súplica a la iglesia no una reivindicación o crítica. Gracias por haberme permitido desahogarme en voz alta.

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  8. Estimado anónimo. Nadie dijo que fuese fácil... Pero ese abajamiento tuyo, cada vez que te confiesas, se parece al de Cristo en Belén (todo un Dios) y en la misma Cruz... Vas bien...

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