jueves, 19 de mayo de 2011

Salvación

La Escritura nos dice que la salvación nos viene del Señor. No somos nosotros los que conseguimos salvarnos, en el sentido de que por el hecho de hacer tales cosas, tenemos garantizada la salvación. No, no va así el tema.

Si la salvación viniese por nuestras buenas obras (si realmente las hiciésemos del todo buenas, Él dijo: y cómo vosotros siendo malos podéis dar cosas buenas...) Cristo seria un estorbo. O, en el mejor de los casos, un modelo a seguir. Pero Cristo no es un modelo como lo puede ser Juan Pablo II, Cristo es la Salvación. Es causa de ella. Y origen. Y fundamento. Por eso nosotros vivimos en Cristo: por Cristo, con Él y en Él... Decimos en la Eucaristía. "En" Él, decimos, porque Él opera su salvación desde nosotros mismos, en nuestra alma en "gracia de Dios".

Si olvidamos el tema de la inhabitacion denla Trinidad en nuestra alma, la salvación queda reducida a una ética, la oración a un deshaogo emocional, los sacramentos a algo accesorio...

La Salvación viene de Dios, de su Verdad, de reconocerle tal como es y aceptarlo en nuestra vida (Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti). Hay que aceptarlo tal y como es. Sus verdades reveladas no son una distracción sino necesarias para el conocimiento de nuestro designio salvifico.

Si Dios ha querido revelarnos de la existencia de los ángeles, del Purgatorio, de la Virginidad de Maria, etc... No son verdades accesorias, sino que podemos, a traves de ellas, ver su voluntad salvífica rica y generosa. La grandeza de Dios se demuestra en una amapola, en el último querubín. La majestad de Dios resplandece en el amanecer, y en el trato privilegiado a María. Es el mismo Dios en una y otra acción, aunque sean de diversa índole.

Dios es grande y esta grandeza se demuestra en todas sus obras. Empezando por al iniciativa de nuestra salvación...

Que tengáis un buen día!!!!

4 comentarios:

  1. Ojala no sea demasiado tarde para mi.
    Salu2

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  2. Gracias D. Iñigo por sus palabras y por aclarar algo tan importante y en lo que muchas veces no reparamos. Creemos que para salvarnos hay que correr una carrera de obstáculos y ganarnos el cielo a pulso y olvidamos que es pura "gratuidad" de Dios, que la iniciativa y los medios son suyos. Que la salvación nos viene de el y solo de El. Que la historia con Dios es una historia de Amor y no de "debe" y "haber". Que para el hombre no es posible pero sí lo es para Dios. Mil gracias D. Iñigo. Y ánimo Pelegrín, nunca es tarde ni para ti, ni para mi, ni para nadie. Como dice D. Juan Tenorio cuando el fantasma del Comendador le da la mano y quiere llevarle al infierno; "Aparta piedra fingida, suelta, suelta ya de mi esa mano, que aún queda el último grano en el reloj de mi vida. Suéltala que si es verdad que un punto de contricción da un alma la salvación de toda una eternidad, Yo Santo Dios, creo en tí. -si mi maldad es inaudita tu piedad es infinita, !Señor ten piedad de mi! (y al final, aunque por los pelos, pero se salva) Un abrazo en María.

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  3. Entonces, como me decía hoy un chaval de 11 años, los musulmanes que matan por su religión, cuando se mueran, ¿irán al infierno? Porque Dios no quiere que se mate, pero su dios les dice que maten para que la gente crea en su religión. ¿O para ellos el cielo que les dé su dios (como me seguía diciendo este chaval) será un cielo donde sigan matando?
    Reflexiones muy sencillas, pero que no sé muchas veces hacerlas compatibles con esta explicación que ha dado D. Íñigo con la que estoy totalmente de acuerdo.
    Pero ante estos inocentes planteamientos de los chavales se me hace muy complicado compaginarlos con la auténtica idea de salvación.

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