viernes, 21 de octubre de 2011

Mártires anónimos


Con ocasión de la publicación de la versión italiana del libro “Los Justos. Los héroes desconocidos del Holocausto”, del historiador británico sir Martin Gilbert, el Secretario de Estado Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, se refirió a la apertura del proceso de beatificación de matrimonio Jósef y Wiktoria Ulma, en la diócesis de Przemsyl (Polonia). El matrimonio y sus seis hijos (foto) fueron asesinados por los gendarmes nazis el 24 de marzo de 1944 en el pueblo de Markowa, por haber escondido en su casa a ocho judíos. A los verdugos no importó que Wiktoria se encontrara en avanzado estado de gestación de su séptimo hijo.

Es uno de los ejemplos de los miles de “justos”, muchos de ellos desconocidos, que –según subraya el autor del libro- “rompiendo las cadenas de la indiferencia, del egoísmo, del individualismo, salvaron a un gran número de judíos del exterminio nazi, arriesgando la propia vida y la de sus familiares”. Sir Martin Gilbert, biógrafo oficial de Wilston Churchill y considerado uno de los mayores expertos en la Segunda Guerra Mundial y en la Shoah, dedica su libro a documentar los hechos de quienes se dedicaron a esta tarea en las diversas regiones de Europa controladas por el terror nazi.

“Como historiador hebreo, afirmó en una entrevista, desde hace tiempo he sentido la necesidad de dar a conocer plenamente el hecho de la ayuda cristiana a los hebreos en la Segunda Guerra Mundial, tanto de las personas individuales como de los gobiernos”. Gilbert observa que muchos –“especialmente los más ruidosos a la hora de criticar a sus predecesores”- no saben hoy lo que significa vivir bajo una dictadura totalitaria: “las represalias nazis eran continuas y terribles. Se capturaba y asesinaba a un gran número de salvadores, o presuntos tales. Lo que me asombra es, a pesar de ello, que el instinto salvador nunca pudo ser destruido totalmente”.

1 comentario:

  1. Igualmente hay que recordar los miles y miles de sacerdotes católicos (tb de otras confesiones) que murieron en los campos de concentración por su fe. Para dar un ejemplo, referido tan solo a uno de los campos de concentración, a Dachau fueron deportados 2579 sacerdotes de 24 países, de los cuales 1034 no salieron con vida. El número de sacerdotes polacos y laicos católicos asesinados es igualmente extremecedor. Merece la pena leer el libro "cristianos contra Hitler" de José María García Pelegrín. Hoy, a medida que van saliendo a la luz documentos oficiales y testimonios, ya nadie puede negar que la Iglesia también fue víctima del terror nazi y que muchísimos católicos arriesgaron su vida por ayudar al pueblo judío incluso pereciendo junto a ellos en las mismas cámaras de gas. Tampoco puede olvidarse cómo esta locura fue tomando cuerpo: Un ejemplo que se señala en el libro citado; "Julius Pauly, ministro de Justicia y Kultus de Oldenburg, dio el 4 de noviembre de 1936 la orden de retirar los crucifijos de todos los edificios públicos, incluyendo las escuelas" Y yo me pregunto, ¿no es curioso que todos los sistemas totalitarios empiecen haciendo lo mismo?

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