viernes, 1 de junio de 2012

Escaparates!!!!

Hoy, mientras iba por la calle, una (era fémina, lo siento) ha dicho a otra (también lo era): No te preocupes, nos vamos de escaparates... Y la verdad es que no es que sea pecado mortal hacerlo (yo también compro cosas, pero ¡no voy de escaparates!) ... pero, pero... Eso solo trae más de lo mismo: deseos consumistas, desazón, ganas de más, vivir para la imagen, inconformidad con lo que se tiene, vivir hacia fuera... Creo en verdad que hace más bien el dar una vuelta por el campo. Salir a dar un paseo y contemplar la naturaleza... hablando de lo que sea... que salir a ver escaparates. Un buen paseo, con pájaros, playa, o lo que sea tiene mayor capacidad de reconfortar el alma, edificar el interior... que el mejor escapare del mundo (que supongo estará en la Gran Vía de Bilbao, ;) Los ingredientes de la naturaleza, una buena charla con un buen amigo, son una de las mejores terapias que hay: relaja y sosiega el espíritu, ejercitas pantorrillas, y ayuda el ozono, pues dejas de comprar algo que no lo ibas a usar mucho... reduciendo el consumo compulsivo... Aquí, creo, se repite que lo bueno ya nos lo ha dado Dios, y es gratis: la naturaleza, amigos y tira millas...

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho la entrada,sobre todo lo de la Gran Via de Bilbao :)
    Sera porque la tierra tira :)

    Un cariñoso saludo

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  2. La verdad es que vivimos en una burbuja irreal de consumismos, materialismo, hedonismo y relativismos (ya acabo con los ismos)que nos adormece e inutiliza como seres humanos y, por tanto, hijos e imagen de Dios. Recorremos las calles buscando algo que comprar y que no necesitamos mientras a nuestro lado, o a unas horas de avión, mueren hermanos nuestros de hambre. Malgastamos así la vida llenándola de cosas innecesarias mientras dejamos que se pierdan o malogren las verdaderamente valiosas (la familia, el matrimonio, la caridad, el compromiso solidario, el amor). Todo lo que se puede comprar con dinero en realidad tiene muy poco valor y siempre te deja insatisfecho. El hombre (y las féminas) somos un saco sin fondo que solo puede llenarlo Dios. Quien a Dios tiene todo lo basta. Pero no nos lo acabamos de creer. No nos acabamos de convencer de que darse a los demás alegra el corazón mucho más que unas gafas de sol outlet o de super marca. Mirad solamente las caras de unas monjas contemplativas (que nada tienen) y compararlas con las caras de las personas que salen del Corte Inglés un sábado por la tarde. La conclusión os la dejo para vosotros. Shalom.!

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