jueves, 12 de julio de 2012
Capilaridad
Hoy he vuelto a hablar con otro converso, muy muy joven, 25? 26? La cosa (o también llamado asusto)es que quiere entrar en la Iglesia, que nunca la debió dejar, que sus padres le enseñaron bien... que quiere ser amigo de Dios... ¿qué tal?
A donde quiero llegar hoy es a que, este, como otros muchísimos otros casos, no se ha convertido por un cura, ni por una retiro ni nada de esto... Se ha convertido por que sus padres, hace mucho, le dijeron quién era Jesús, él pasó en su día, pero, por saberlo hoy puede decir: quiero.
La conversión de nuestra sociedad vendrá por la palabra y el ejemplo de cada uno de nosotros... allí donde estamos. Ese es un secreto a voces... La Iglesia, como el sistema circulatorio, llega a cada rincón del mundo porque hay cristianos en cada rincón de él. Y animará (o no) ese rincón si es capaz de transmitir quién es Cristo, con obras y palabras..
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Totalmente de acuerdo. Cuando un misionero señala el camino de la salvación lo primero que se mira no es el camino sino su dedo y su cara. Si él nos convence entonces miraremos el camino. Es decir, hacen falta testimonios de cristianos coherentes y valientes. Hioy en día muy pocos llegarán a Dios por la teología moderna (por mucho que se empeñen algunos en publicar sus teorías), hoy se llega a Dios por el ejemplo y por la palabra encendida de quien le ha visto y le siente en su corazón. Por testigos que testimonian lo que viven y no lo que otros les han contado.No seguimos una doctrina, por muy fantástica que sea, seguimos a una persona real, presente y viva; a Cristo a quien debemos darle a conocer propiciando su encuentro personal e íntimo con él a través de los únicos caminos que hay seguros; la oración, los sacramentos y la caridad
ResponderEliminar