miércoles, 18 de julio de 2012
Ser como niños
He comprobado, casi científicamente, que don de hay un niño hay alegría, hay vida! Y a la vez, cuando contemplamos a un crío, se nos viene con frecuencia a la cabeza lo bonito que es su inocencia.
Jesús no dijo que debíamos de ser inocentes como un niño, pero la cuestión es que, a medida que nos hacemos mayores vamos descubriendo el mal del mundo... y el de nuestro corazón. De tal manera que vamos, gradualmente, abandonando esa sencillez... de tal suerte que es imposible permanecer en ella, nunca más volveremos a ella.
Bueno, sólo hay un modo... practicando las virtudes. Mediante ellas (paciencia, longanimidad, generosidad, sinceridad, laboriosidad, perdón, humildad...) es como se puede seguir permaneciendo sencillos... de modo distinto a como fue nuestra primera existencia, pero también lo será realmente.
Al principio nos puede parecer algo cansado, pues nos parecerá que hemos de trabajar todas esas virtudes, y nos puede resultar algo fatigoso... pero con el tiempo, acaban por ser una segunda piel. Un modo de vivir que nos alivia a nosotros mismos, separándonos de las trampas del mundo, y ayudando a los demás en su vida cotidiana.
Por eso dijo Jesucristo: "Quien no se haga como un niño, no entrará en el reino de los cielos"
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Y ser un niño supone dirigirnos a Dios como se dirigen los niños a sus padres, confiando plenamente en él, depositando nuestra vida y nuestra seguridad en él, pidiéndole todo lo que necesitamos sin pudores humanos y agarrándonos fuerte a su mano cuando venga el temor, la duda o la vida nos azote. !Padre nuestro ! !Abba!
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