martes, 25 de enero de 2011

Error


A veces las cosas no es que NO funcionen, sino que las usamos mal, caemos en error de bulto. Para eso hay que leer bien el prospecto, o las instrucciones. Es verdad que, a veces, parece que Cristo no escuchase, pero es es eso "parece". A Cristo hay que pedirle lo que es propiamente suyo, y más, pero hay que refocalizar de vez en cuando pues no vino para que tengamos trabajo, o salud o hijos...que sí, pero principalmente vino a salvarnos de algo que no está en nuestras manos: la muerte.

El hombre no puede contra la muerte, es la única cosa que le supera. La muerte física y espiritual. Es precisamente ahí donde nos regala su salvación. A veces la salvación requiere de trabajo, hijos o salud... pero en tanto en cuanto, nos libren de nuestro pecado, o muerte.

La salvación definitiva es nuestro "yo", sobrevivir a la muerte definitiva, y esa nos la regala, si queremos, Cristo!

2 comentarios:

  1. Por supuesto, nada que objetar. Pero la primera intervención pública de Jesús -como milagro- creo que fue convertir el agua en vino de una boda para que los novios no se abochornasen. Y además lo hizo-aunque no había llegado su hora-para dar satisfacción a su madre. La Virgen, como madre, por supuesto que está pendiente de nuestra salvación-eso es lo fundamental-pero como madre que es no puede dejar pasar por alto las pequeñas cosas de la vida (como la falta de vino en una boda). De esta forma yo confío en que en todas esas cosas mundanas de las que se nutre mi día a día esta MARÍA atenta para pedirle a su Hijo por mí. !Qué le voy a hacer D. Iñigo!, soy un pedigüeño y sé que la Virgen no me falla ahora ni me fallará cuando llegue el gran día de rendir cuentas. Reina, Abogada y Madre, Ella me cuida en las pequeñas cosas y me insufla el deseo de acoger a Cristo en el corazó como hizo ella. De todas formas, por supuesto que usted tiene razón. Sólo una cosa nos hace falta y es la que más descuidamos pidiendo, aveces, cosas meramente materiales.

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  2. Ok! En la infinita misericordía de Dios está el intervenir en lo inmediato y no esencial, pero precisamente para confirmarnos en lo importante y esencia: su amor por nosotros y voluntad "obstinada" en salvarnos.

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