viernes, 14 de enero de 2011

Testimonio


Me han mandado este testimonio de la conversión de Vallejo Nájera, gracias a Medjugorje, como ella es una muy buena escritora, aquí os dejo con su pluma:


Vivir en Londres suponia un gran alivio mientras la guerra devastaba a una pobre Bosnia herida de muerte. Recuerdo que me sentia muy segura y bendecida mientras miraba horrorizada los documentales y Noticieros en los que informaban sobre la magnitud de la violencia de esa humana carniceria. “Estamos tan lejos del peligro…”, pensaba con alivio mientras observaba mis dos pequeñas gemelas jugando en nuestro hogar londinense. Como española, habia oido muchas veces en mi niñez relatar a mis padres los acontecimientos criminales que tuvieron lugar en mi pais durante la guerra Civil. Ambos eran niños pequeños cuando el odio, la sangre y la ira arrasaron España, pero ajena en el tiempo, no me daba cuenta de la envergadura de sus escalofriantes relatos.

Mi padre solia repetir: “pase hambre durante tantos meses… Por ello no soporto cuando tu, mi hija, dejas un solo pedacito de comida en el plato. ¡Si solo supieras lo que es una guerra no lo harias! Si hubieses padecido hambre de verdad, no rechazarias ni una migaja de pan.” Me quedo claro desde entonces que habia sido realmente bendecida en mi vida por no haber tenido que padecer semejante infierno, y por ello, cuando me entere de los brutales acontecimientos que se estaban produciendo en ex-Yugoslavia, sabia que nuevamente habia sido protegida por el amor de Dios de un modo inconmensurable.

El mundo observaba vergonzosamente silencioso el conflicto, y por ello, me quede positivamente sorprendida cuando dos de mis mejores amigas me comunicaron que estaban planificando emprender un viaje a un pequeño y perdido pueblo llamado Medjugorje en las montañas de Bosnia-Herzegovina. “¿Estais locas?”, les pregunte con cara de espanto mientras disfrutabamos un almuerzo en un restaurante de moda en Londres. “¡Ese pais esta en guerra!” , les amoneste. “Si, lo se” contesto una de ellas. “Pero precisamente donde vamos no ha pasado realmente nada, de momento…” “¿Como es posible?” pregunte incredula. “Todo ha sido arrasado a causa de los bombardeos en esa zona. Ayer los serbios explotaron el maravilloso puente de Mostar”.

Entonces ambas comenzaron a relatarme con gran entusiasmo todo lo que conocian sobre los acontecimientos de Medjugorje: lo que sabian sobre las supuestas apariciones que habian tenido lugar durante tanto tiempo; me hablaron hasta aburrirme sobre los jovenes y testarudos videntes que insistian una y otra vez en que veian a Nuestra Señora; me describieron los milagros producidos en ese pequeño pueblito que la ciencia de los militares comunistas nunca pudieron explicar cientificamente. Me hablaron del muy famoso padre Jozo, parroco del pueblo, que soporto estoicamente las torturas fisicas y psiquicas a las que le sometio la milicia del regimen de Tito cuando comenzaron las supuestas apariciones… “Estamos decididas a ir alli”, me insistieron una y otra vez a pesar de mis peticiones a que recobraran el juicio extraviado. “¿Para que?” exclame al fin muy turbada. “¿Es que os habeis convertido en dos ingenuas ridiculas que juegan a ser heroinas en un infierno sin solucion? ¡Os van a pegar un tiro por inconscientes! ¡Vais a cometer una terrible insensatez!” “Pero solo queremos rezar alli…”, contestaban timidamente y con cierto sonrojo. “ ¡Por favor: podeis rezar aqui, en Londres, donde no hay guerras y donde podeis encontrar iglesias en todas partes!”

Tengo que admitir que entonces, aunque me hubiese considerado catolica toda mi vida, mi fe era tibia. Se me podria haber definido como “catolica social”, mostrando siempre hastio durante el santo oficio de la misa, no comprendiendo realmente muchas de sus partes y procurando asiduamente escaparme de la dominical visita a la Iglesia. Mis padres me habian criado en un ambiente catolico, los colegios a los que acudi eran catolicos, pero no habia una sensacion real de la presencia de Dios en mi corazon. Habia ausencia del amor hacia Cristo en mi vida. Dios Padre era un gran desconocido para mi, un amigo que sabia que existia pero a quien aun nadie me habia presentado debidamente. Acudia a la misa dominical mas por empuje social que por deseo. No queria romper la armonia dominical en el hogar paterno, asi que me dejaba arrastrar por el sentimiento del deber de ir a misa el domingo, simplemente “por que si”. La España de entonces era asi. Si la familia, los amigos y los conocidos iban a misa, pues yo tambien iba y punto.

Al ser mi fe tan tibia e inconstante, no podia mas que reprender a mis amigas en aquel almuerzo londinense en el año 1998. Les repetia una y otra vez que iban a experimentar una manera insensata y ridicula de acercarse a Dios. Nuestros esposos habian conseguido con mucho esfuerzo, trabajos bien remunerados con los que nos mantenian envueltas en mimos. Éramos madres jovenes, esposas felices y la vida nos habia dado unos hijos preciosos. En definitiva: teniamos la felicidad entre las manos. O por lo menos eso era lo que creiamos… Mi enfado fue creciendo conforme este tipo de pensamientos me abordaban en aquel almuerzo. Era absurdo que dos amigas a las que consideraba inteligentes y buenas madres, dijeran semejantes estupideces.

¿Acaso habian perdido la cordura? ¿Se habian dejado arrastrar por un grupo de fanaticos creyentes cuyas ideas podian dañarlas? Intente de nuevo hacerlas entrar en razon utilizando todo tipo de argumentos logicos. Sin duda, era un disparate emprender una extraña aventura espiritual recorriendo la desolada y peligrosa Bosnia del 98. Fui dura con ellas, honesta y sincera, y recibieron mi reprimenda con un corazon humilde y ojos avergonzados. Su sumision ante mis quejas me enervo aun mas. “¡Sois un par de romanticas atolondradas!”, exclame con exasperacion. “¡Y para colmo de tanta locura, ni siquiera sois Catolicas! No vais a entender nada de lo que os puedan explicar es ese recondito lugar entre tanques. Me sorprende que os creais las ridiculas mentiras de 6 muchachos embusteros catolicos de un pueblo perdido en medio de una guerra”.

Tras un tenso silencio, una de mis compañeras se atrevio por fin a preguntarme: “¿nos consideras unas locas solo porque queremos rezar en un lugar santo? ¿Acaso es un disparate tener sed del amor de Dios? ¿Es una locura querer ayudar a los que mas sufren, en un momento de gracia espiritual?” “Sois tontas por el hecho de creeros un monton de pamplinas… ¡Como podeis pensar que los hechos que os han relatado sobre MEdjugorje pueden ser veridicos! Por favor… “Vais a encontrar una muerte violenta en ese lugar”, conteste llena de desesperacion. En ese preciso instante adverti que alguien estaba muy cerca de mi, casi tocando mi espalda, justo a la altura de mis hombros. Y ese ser, o esa presencia, me hablo al corazon…

“¿Porque tienes tanto miedo de conocerme?, dijo en un tono suave y tierno. “No tengas miedo. Ven. Te espero en Medjugorje.” Me gire bruscamente llena de confusion, pero no vi a nadie tras de mi. “¿Quien me ha hablado? ¿Que pasa?”, dije sin apenas darme cuenta. Mis dos amigas me miraron sorprendidas. “¿Quien me ha hablado en…en español?”, pregunte de nuevo colmada de estupor. Los clientes del restaurante, bulliciosos, parecian no prestarnos ninguna atencion. “¿De que hablas? dijo una de mis dos amigas, “nadie te ha hablado en español. De hecho tu eres la unica que nos estabas hablando, y por cierto de una manera contundente…” Empece a temblar…Algo o “alguien” estaba alli, en ese restaurante, hablandome en español, pero no podia ver absolutamente a nadie.

La presencia estaba penetrando cada vez mas profundamente en mi corazon y en mi intelecto, y su voz era tan clara como un cristal, suave y tierna. “Ven, no tengas miedo…”, me decia. Entonces, sin saber como ni por que, pronuncie las palabras que cambiarian mi vida, mi familia y mi profesion para siempre. “Realmente no se porque estoy diciendo esto, pero creo que me voy a ir con vosotras a Bosnia… Ire cuando termine la guerra.” Mis amigas se miraron la una a la otra sin decir una palabra, con los rostros encogidos por el asombro y el corazon lleno de incognitas…
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Unos meses despues embarque hacia lo desconocido en un avion con destino a Split. Me acompañaban un pequeño grupo de amigos, un gran grupo de desconocidos peregrinos anglicanos, y un sacerdote algo entrado en años. Mi corazon temblaba como un hoja al viento. Seguia convencida de que toda la idea era un gran disparate, y Medjugorje y sus historias un puñado de mentiras. Pero aun con esos sentimientos colgando por el intelecto, me sentia impulsada a emprender aquella locura a raiz del recuerdo de aquella extraña experiencia vivida en un restaurante londinense. Desde que me ocurriera, poco o nada habia averiguado sobre Medjugorge y las supuestas apariciones marianas a aquellos seis jovenes bosnios. Simplemente observaba la alegria de mis amigas cada vez que regresaban de aquel lugar. Escondi en mi corazon mis temores y me deje arrastrar por un aplastante deseo de seguirlas hacia aquellas aridas montañas que tan poco tiempo atras habian sufrido el odio humano hasta limites hiperbolicos. Mi primer dia en Medjugorje fue decepcionante. El pequeño pueblo no era otra cosa mas que un pequeño pueblo despeluchado.

Refunfuñe desde el primer momento en el que puse mi pie en sus entrañas e inmediatamente conclui que mi viaje seria el resultado de un estupido arrebato de inmadurez. Aun asi, intente ser amable y educada. Tuve agradables conversaciones con mi nuevo grupo de aventureros, e intente aprovechar la sabiduria de un encantador e inteligente, (ademas de santo), sacerdote irlandes, quien hizo de guia en nuestro grupo. Aquel buen hombre se mostro extraordinariamente amable conmigo, siendo infinitamente pacienciente a la hora de responder las mil preguntas con las que le mareaba sobre Medjugorje. Tuvo la delicadeza de presentarme a los maravillosos sacerdotes franciscanos del lugar. Aquel primer dia hicimos lo que todo peregrino suele hacer alli: acudimos a misa en la mañana, (la del idioma ingles), en la parroquia de Santiago. Rezamos el rosario subiendo el monte Podrobo, (mas conocido como “el monte de las apariciones”), y almorzamos en el restaurante Colombo, situado en el corazon del pueblo, justo junto a la iglesia.

Por la tarde simplemente paseamos por las tiendas y nos unimos al enorme grupo de peregrinos para orar el Santo Rosario dentro de la Iglesia. Tengo que reconocer que hasta entonces nunca habia rezado el Rosario; tampoco nadie me habia enseñado a hacerlo. Mi primer rezo del Rosario ese dia me parecio largo y muy aburrido. De hecho, cuando lo hice, me sorprendio lo mucho que me aburria y lo complicado que se me hacia orar. Por ello, el dia siguiente amaneci de malas pulgas, refunfuñona y con ganas de engrescarme con mi amiga, quien me aviso de que tendriamos que acudir de nuevo a misa. “¿Pero otra vez tenemos que ir a misa? ¿Acaso no fuimos ayer?” , proteste de malas maneras. “Yo hoy ya no voy… Ire el domingo que viene; hoy es Lunes y no es obligatorio, asi que dejadme en paz”.

A pesar de todo, y como en el fondo soy perro ladrador pero poco mordedor, fui de todos modos cuando el resto del grupo me rogo que les acompañara. Acudi y.., me aburri durante toda la ceremonia, por lo que mas que atender a los sacerdotes que concelebraban, me dedique a pensar en mi cosas… Cuando al fin finalizo la misa, nos avisaron para que nos apresuraramos para acudir a una sala de conferencias situada justo detras de la iglesia, pues el mas joven de los 6 videntes, Jacov, daria testimonio a los peregrinos interesados sobre sus extraordinarias experiencias con la Virgen. Aquello ya me parecio mas atractivo, asi que me dirigi con presteza junto a mis nuevos amigos hacia el lugar, mas movida mas por la curiosidad que por la fe. Recuerdo nitidamente como nos encaminamos presurosos hacia el lugar de la conferencia, recorriendo la larga fila de confesionarios al aire libre, rozando con nuestras zancadas, las inmensas colas de peregrinos que deseaban confesarse aquella mañana limpia y soleada.

El dia era claro y caluroso. De pronto, sin saber como ni porque, senti una intensa necesidad de dirigir mis ojos hacia ese luminoso cielo primaveral. No capte nada fuera de lo normal, o de caracter sobrenatural, como muchos peregrinos admiten haber visto en Medjugorje. Pero si senti una extraordinaria experiencia de amor. En mi corazon lo que me ocurrio duro 10 minutos, pero en la realidad, cuando comprobe el tiempo transcurrido real por mi reloj, solo 3 segundos se habian sucedido. Creanme si les digo que esos tres segundos cambiaron mi vida para siempre…. En tan poco tiempo, me invadio todo el cuerpo y el alma un inmenso e indescriptible amor. Parecia a mis ojos como un rocio que se me posaba en el pelo, la cabeza, los brazos, en todo el cuerpo… Algo indescriptiblemente bello se derramo sobre mi. No puedo describirlo, pues no se parece a nada de lo que conocemos a nivel material, o fisico. No era agua, no era tierra… Era un rocio incoloro, fino como la brisa o como el suspiro de un niño.

El poder de ese rocio, o de esa sensacion era extraordinariamente poderosa. Su carga era solo amor, pero un amor en grado hiperbolico, infinito… Mis pasos se pararon en seco; quede totalmente rigida y fije la vista forzadamente sobre las nubes, el sol, el cielo... El tiempo parecia haberse detenido. Nada se movia a mi alrededor: la gente, los pajaros, los ruidos…todo quedo callado, quieto, expectante…. El amor que me rodeaba, que me cubria la piel, los ojos, la ropa, la cabeza, era tan poderoso que me di cuenta que queria seguirlo hasta el final. Me domino un profundo entendimiento, una luz interior inconcebible , que me anuncio sin lugar a dudas de que lo que se estaba derramando sobre mi, era el eterno y perfecto amor de Jesucristo. Entonces, una voz me hablo al corazon. Era masculina, suave y a la vez regia y mandataria. No puedo describirla bien, pues no encuentro las palabras adecuadas para hacerlo correctamente… Esas palabras dijeron: “Hija mia, asi es como te amo. Asi es como amo a TODOS Y CADA UNO de vosotros”.

De pronto algo exploto dentro de mi corazon. ¡Queria llorar, queria morirme! Cerre los ojos, y con el alma en vilo se que conteste: “ mi Señor, mi pobre Dios. Si esa es la manera en que nos amas, que injusto es el amor del hombre, porque humanamente es imposible corresponder a este amor tan perfecto, completo y eterno. No es justo para todo un Dios…” Entonces, aquel amor vivo me contesto: “No puedes, ni podras entender jamas la magnitud del amor de tu Dios. Pero es un Amor Real, y lo doy a cada ser humano gratuita e individualmente.” Antes de que pudiera reaccionar, todo volvio a la “realidad”. Esa sensacion de estar impregnada de un amor infinito habia desaparecido tan bruscamente como habia llegado, y alli me encontre yo, completamente confundida, asustada, dudando de mi cordura y a la vez deseando contar al mundo lo increiblemente bello que acababa de experimentar. Solo sabia que debia de contar al mundo, dando voces si era preciso, cuanto Dios nos ama. Senti el impulso de salir corriendo, esconderme del gentio, de aquellas nuevas amistades, para que nadie descubriera la confusion en la que estaba sumida. Senti una terrible vergüenza al comprender que Dios todo lo ve, todo lo observa y todo lo sabe de nosotros. Cuan ingrata habia sido mi vida… Jamas le habia agradecido nada, ni le habia amado.

Senti un deseo irrefrenable de esconderme de los ojos de Dios. ¡Tantos pecados, tanto egoismo hacia el projimo, y tanto desprecio hacia la Iglesia y hacia el sacerdocio! Cuanto arrepentimiento… Quise gritar de dolor, pero gracias a Dios me aguante las ganas… Tampoco revele a nadie lo que me acababa de ocurrir. Deseaba ardientemente pensar, sopesar y analizar en mi interior lo vivido y dejar escapar ese dolor a traves del amor que acababa de descubrir. A mi alrededor nadie se habia percatado de mi experiencia, ya que, como decia, solo habian transcurrido realmente 3 segundos. Recorri el corto camino que me separaba del recinto de las conferencias cabizbaja y aturdida, con el corazon bulliendo entre sentimientos confusos, y con el alma cargada a la vez de miedo, vergüenza y felicidad. Por fin pude sentarme en las gradas a escuchar el precioso testimonio de un muchacho que juraba ver a la Santisima Virgen. El testimonio de Jacov fue estremecedor por su belleza y espiritualidad. Fue entonces cuando permiti que fluyeran por fin torrentes de lagrimas de mis ojos. Me percate de que muchos de los peregrinos que me rodeaban, tambien lloraban con gran emocion.

Todos mis compañeros pensaron que las palabras de aquel joven vidente me calaban hasta lo mas profundo del alma, y aunque asi fue, mis lagrimas no se debieron a el. Tarde 6 meses en contar esta experiencia a mi querido sacerdote irlandes y a mi familia mas cercana. Se positivamente que mi conversion se produjo esa mañana de primavera, en el momento en el que el mismo Dios me revelo su amor infinito hacia los hombres, entrando asi en mi vida como un huracan de emociones que no me ha abandonado hasta el momento presente. Se que todo esto fue una realidad ocurrida en Medjugorje, mientras caminaba al lado de los confesionarios fuera de la iglesia. Se que nunca sere la misma persona. Hay una mujer diferente en mi tras aquel golpe de ternura. Regrese a mi hogar londinense colmada de excitacion, y de informacion sobre el Catolicismo. Desde ese extraordinario momento en mi vida, solo sentia una imperante necesidad de saber mas sobre Dios; una insaciable e incomprensible sed de Dios me acompañaba en cada paso. Antes de que me pudiera percatar, una tierna influencia me enamoro de la misa. Y asi, esta celebracion se convirtio en el milagro mas valioso e importante de mi vida.

Valiosa informacion sobre mi religion comenzo a entrar en mi vida con la fuerza de un huracan. Me esforce en encontrar el sacerdote adecuado con quien confesarme cada mes, el sacerdote mas sabio a quien hacer preguntas y el momento adecuado para rezar en casa con mi maravillosa familia. En casa, nuestro crecimiento en la fe no ha sido siempre un camino facil. Han hecho falta 5 años y tres peregrinajes a Madjugorje, (uno de ellos fue un retiro con el Padre Jozo), para comprender claramente lo que me habia pasado. Como consecuencia de mi conversion mis hijos rezan con nosotros desde el corazon. Ellos son creyentes y somos indudablemente muy felices como una pequeña familia catolica unida.

La Virgen vive con nosotros, en nuestra casa. Es nuestra permanente y mas regia invitada, y acude a nuestra llamada a traves de las oraciones y los ayunos. En nuestro hogar se habla de Dios, y si, a veces sufrimos por ello. Hoy puedo estar muy feliz, pues se que el Señor ha borrado mis culpas del pasado a traves de la confesion. Pero tambien se que hasta el dia en el que me vaya al cielo, debo reparar. Las humillaciones y burlas por seguir a Cristo comenzaron a llegar tambien a mi vida. Hay incluso personas que han dicho que he perdido la cordura. Cuando oigo semejantes criticas, no puedo dejar de sonreir y de pensar: “Si supieran lo que Dios les ama, tambien ellos perderian la cabeza por seguirle.” Nunca olvidare el inmenso regalo de amor que recibi en Medjugorje. Solo le pido al Señor estar a la altura para ser un obrero para Él, con Él y en Él.

3 comentarios:

  1. Me encanta leer y escuchar testimonios de personas conversas. Yo también soy una conversa y a nadie le he contado mi testimonio y me maravilla ver como todos los conversos cuando el Señor nos llama sentimos lo mismo.SENTIMOS SU AMOR.Da igual quien lo cuente, puede ser escritora,físico nuclear,o analfabeto.El encuentro con Dios es para todos igual.Luego dicen que ahora Dios no hace milagros

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  2. Merece la pena imprimirlo y leerlo despacio. Esta mujer es muy audaz. Atreverse a decir estas cosas hoy en día es, cuando menos, insólito...

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  3. Vimos su testimonio por televisión y fue IMPRESIONANTE

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