Me dicen que el Jueves Santo, uno de los días que brilla más que el sol, se pretende hacer una contra-procesión en Madrid, en contra de la Iglesia... bien! se ve que nos tocan tiempos recios.
A los que les toque hacer algo en Madrid, que lo hagan, hay que defenderse...pero creo que no es descabellado decir que tenemos las de perder (no quiero incitar a la rendición, eh) pero sí, tenemos las de perder. Perder porque no usaremos, la violencia, ni la mentira, ni el insulto, ni la hipocresía, ni la fuerza...sólo la verdad, la persuasión, y siempre la caridad. Hay que recordar que la sangre de los mártires fue la semilla de nuevos cristianos...quién sabe si esa sangre (no sólo la física, sino también la del desprecio, la burla y el descrédito...) es la nuestra!
De todas maneras... Cristo vencerá, y si nosotros estamos con Él, también nosotros.
Parece que cada vez estamos más cerca de la Semana Santa de hace 2000 años. Otra vez Cristo y sus discípulos vuelven a ser objeto de mofa y de escarnio, de insulto y de calumnia por las calles. Muchos, como Pedro, igual se sienten tentados a negarle. Otros, como Juan, le acompañarán por la vía dolorosa y se quedarán a su lado, al pie de la cruz junto a María. ¿qué papel vamos a desempeñar nosotros?, ¿seremos público indiferente o seremos Verónicas y Cirineos?. Ser católico empieza a no ser tan fácil en Europa. En otros paises es ya verdaderamente peligroso. Muchos están dando la vida por ello sin apenas ser noticia. ¿Nuestras armas?, como bien dice D. Iñigo, tienen que ser las "armas de María"; el perdón, la misericordia, nuestra entrega a los más necesitados, la oración y el AMOR (También a quien nos calumnia y persigue)". !Qué diferencia!, mientras unos saldrán, más por ignorancia y manipulación que por otra cosa; a burlarse de la Pasión de nuestro Señor, otros la hacen suya dando su vida en una parroquia, en el tercer mundo o en cáritas o en un monasterio o acompañando enfermos, etc, etc. En cualquier caso en ejercicio de nuestros derechos civiles deberemos seguir reivindicando pacíficamente pero sin tregua el derecho constitucional al respeto de nuestra libertad religiosa y de conciencia.
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